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Audacia indómita

Crónica de la presentación de Autopsia en Vilafranca del Penedès

Por María Rodríguez

(Institut Eugeni d´Ors)


 

A final de los años noventa, en mil novecientos noventa y siete o mil novecientos noventa y ocho, cuando yo tenía más o menos veinte años..., así empieza Autopsia, la novela que ha lanzado a la fama a Miguel Serrano Larraz, un joven escritor de Zaragoza, que ya antes había sido elogiado por críticos como Miguel Espigado o Julio José Ordovás.

 Publicada por la editorial Candaya, esta novela ha causado, en poco más de un mes, un gran impacto, lo que explica el gran número de asistentes que acudieron a la presentación de Autopsia que tuvo lugar en el Centre Agrícol de Vilafranca del Penedès,. Asistieron al evento lectores de todas las edades: desde alumnos de 4º de la ESO hasta generaciones más maduras. Ese ambiente aparentemente heterogéneo resultó ser milagrosamente homogéneo: todos nos sentíamos atraídos por el libro y no importó que los temas literarios de los que se habló se abordasen desde perspectivas muy diferentes.

Aproximadamente a las ocho y media de la tarde, Olga Martinez abrió la presentación, abrumada por el increíble éxito de convocatoria que había tenido el acto. Presentó brevemente a Jaume Pons Alorda, el escritor mallorquín que después dialogaría con Miguel. De manera muy cercana y emotiva, Olga nos explicó cómo Paco Robles (su marido y compañero de la editorial) y ella conocieron a Jaume, cuando todavía era muy joven, en un homenaje que se le hizo en Palma al poeta venezolano José Barroeta. La poesía une, dijo Olga, que definió Autopsia como una novela llena de poesía y que no casualmente empieza aludiendo a un poema. La poesía, la literatura es en Autopsia una forma de defenderse frente a las agresiones de un mundo violento. Olga hizo además algunas interesantes alusiones a escritores tan importantes como el chileno Roberto Bolaño o el poeta simbolista de origen mallorquín Bartomeu Rosselló-Pòrcel.

Jaume Pons Alorda abrió su intervención con un ingenioso juego de palabras sobre el título de otro libro de Miguel Serrano, Órbita. Comenzó con un breve apunte biográfico de Miguel. Nos dijo que estudió Ciencias Físicas y Filología Hispánica, y que actualmente, además, de ser escritor, se dedica a la traducción. Citó también otros libros de Miguel Serrano, como el libro de cuentos Órbita y sus poemarios Me aburro, La sección rítmica e Insultus morbi primus.
 
Acompañando sus inteligentes palabras con toques humorísticos, Jaume Pons se ganó enseguida al público, provocando buenísimas impresiones entre los que lo escuchábamos y creando en la sala un ambiente familiar y cálido. El escritor mallorquín dijo una fase que resonó insistentemente por toda la estancia: “Autopsia es magia pura”. Calificó la novela de Miguel como una gran obra literaria: un documento perdurable y emocionante, y una narración muy bien estructurada. “Te emociona, te atrapa, te engancha”, nos dijo. Jaume Pons destacó, además, la gran lucidez y capacidad de reflexión de Miguel. Nos desveló también algunos de los importantes autores a los que se hace referencia en Autopsia: Franz Kafka, Jorge Luis Borges, Vladimir Nabokov, y Roberto Bolaño, entre otros. Después Jaume Pons Alorda se centró en el tema principal de la novela: la violencia. ¿De dónde surge el odio que sienten los maltratadores por sus víctimas? Según Jaume, la novela abre un camino de investigación alrededor de esta pregunta. El protagonista de Autopsia se llama Miguel Serrano y es un joven obsesionado por un hecho de su pasado que lo atormenta (con un grupo de amigos hicieron la vida imposible a Laura Buey, una compañera de instituto) y ello le lleva a reflexionar sobre todos los actos de violencia de los que ha sido testigo en su vida. Se habló especialmente sobre el bullying, sobre el maltrato escolar, pero en Autopsia, el tema del acoso escolar se relaciona con un mito de los noventa que recorría la Zaragoza que se refleja en el libro: los skinheads, aquellos seres rapados que, vestidos de negro, adornaban sus cuellos y muñecas con pinchos, y sus bolsillos con cadenas. El escritor traza un elocuente paralelismo: mientras los skinheads atemorizaban a los jóvenes zaragozanos (entre ellos al Miguel Serrano personaje de la novela), los pequeños acosadores (entre los que también estuvo el Miguel Serrano personaje) atormentaban a sus víctimas en escuelas e institutos. La pequeña escala de la escuela no es, pues, más que un reflejo de una sociedad violenta: la violencia contra las mujeres, la violencia de clase…
           
Como respuesta a cómo se combate a la violencia, Miguel manifestó que la amistad es un arma muy potente, como también la reflexión y la expiación (a través de la literatura, por ejemplo), de las culpas pasadas para no volver a repetirlas. Jaume Pons Alorda comentó que Autopsia es también el retrato de una amistad, y nos animó a los lectores más jóvenes a protegernos del mundo en nuestros amigos, a defendernos con ellos de los golpes que la vida nos puede deparar.

 



Llegó el momento de las preguntas. Jaume interactuó con Miguel, invitando al público a intervenir siempre que quisiera. Miguel, muy humilde y algo avergonzado, contestó a las preguntas de Jaume siempre con acierto, y sin nunca dejar de sonreír. En la conversación entre los dos escritores se volvió insistentemente sobre un tema: ¿Es la vida ficción? Se reflexionó sobre la relación entre realidad e imaginación, y sobre qué somos verdaderamente: ¿somos, sobre todo, el reflejo de lo que los demás ven en nosotros? No pude evitar acordarme del ingenioso juego realidad-ficción que magistralmente introduce Cervantes en El Quijote.

Muchas personas se han preguntado por el porcentaje de ficción-realidad de Autopsia. Miguel explica que él no se basa en porcentajes, pero que si tuviera que recurrir a ellos, cree que sólo un diez por ciento corresponde a su yo real. Aunque también dice, con una sonrisa, que ningún lector del libro se cree esta proporción. Aun así, que los lectores reconozcan como verdaderos algunos detalles (Borges los llamó “datos circunstanciales”) hace que el 90 por ciento de la parte ficticia parezca real. Se trata, pues, de una estrategia narrativa: buscar la verosimilitud de los hechos que se relatan.


El término vampirizar fue usado más de una vez para referirse al protagonista de Autopsia y a su amigo, el DJ Hans Castorp. Vampirizar, porque Miguel, el Miguel de la novela, llega a la conclusión de que nunca ha tenido una vida propia, y de que nunca ha creado nada por sí solo, pues todo lo que ha hecho en su vida ha sido a costa de los demás.        

Por otro lado, Autopsia ha sido definida por muchos como una novela generacional. Miguel alega que no fue esa su intención, pero comenta que si tantos lectores que le merecen respeto han visto eso en su novela, será que es así. En una de sus últimas intervenciones, Miguel Serrano habló de la función que cumple la paternidad en la novela: al Miguel de la ficción ser padre le ha ayudado a entender la fragilidad de los niños y a despreciar la violencia: le parece inconcebible que su hija pueda sufrir en el futuro experiencias como las que vivió la Laura Buey de la novela. Puede que la experiencia de paternidad del Miguel Serrano de la realidad (tiene un hijo de 3 años y medio) le llevara a introducir este elemento en su novela...
                       
Como solía decir Borges: publicamos para dejar de corregir. Con esta frase se introdujo la reflexión de que a un escritor le es difícil decidir cuándo está terminada una novela. Para superar su obsesión por Autopsia, Miguel Serrano, aconsejado por sus amigos, empezó a trabajar en una nueva novela. Se trata, por tanto, de una “novela terapéutica”, nos dijo con otra sonrisa.

Finalmente llegó el momento de la intervención del público, donde surgió insistentemente un tema: ¿Cómo puede un joven abrirse paso en el mundo de la escritura?

Una vez terminado el acto, Miguel fue reclamado por todas partes. Consagró unos minutos a firmar y dedicar personalmente los ejemplares de Autopsia que el público había casi agotado, y después regaló a los lectores más jóvenes un recuerdo de los que no se borran.

 



 

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