‘Barrio de pastillas’, crónica del libro ‘Barcelona inconclusa’ 18 de octubre de 2017 – Publicado en: Lanzamiento Libro
Fragmento de la crónica ‘Barrio de pastillas’, incluida en el libro ‘Barcelona inconclusa’, de Laureano Debat (Candaya, 2017)
BARRIO DE PASTILLAS
Las casas de Can Peguera son bloques de viviendas, pero los vecinos les dicen “pastillas”. Quizás porque tienen esa forma larga y chata que no se corresponde con la manzana bodoque de una gran ciudad. Quizás porque actúan, también, como placebo.
El barrio comienza a construirse en 1928 con el nombre de Ramón Albó. Dicen que a Miguel Primo de Rivera le encantaba poner a cada nueva obra de construcción los nombres de sus amigos y colaboradores más cercanos. Y a este rincón de Barcelona le tocó el de un abogado ultracatólico especializado en temas penitenciarios, que sabía administrar muy bien las dosis de culpa cristiana y castigo. De todas maneras, para los vecinos eran las casas baratas de Horta y muy pocos lo llamaban Ramón Albó.
“Alrededor de Can Peguera ha nacido ciudad, ya no se puede hablar de extrarradio. Pero antes estábamos solos. Para coger un transporte público tenías que pasar por calles de barro, atravesar una riera y llegar a la parada del tranvía”, me dice Pep Ortiz, el presidente de la Asociación de Vecinos del barrio, quien me guiará en un paseo por este rincón único de la ciudad.
Barcelona aceleraba su obra pública para la Exposición Universal del 29. En Montjuïc se hacinaban las barracas y las autoridades del momento necesitaban una imagen fotogénica, dar apariencia de ciudad moderna y adelantada, de ciudad del siglo XX. Con el plan de reordenación urbana se trasladó a los habitantes de estas barracas a barrios alejados, porque tampoco era cuestión de que el turismo los viera en el centro, a no ser que estuvieran mezclando cemento o subidos a andamios para la construcción de toda la infraestructura necesaria para el gran acontecimiento.
Desde su fundación hasta hoy, el barrio vivió y vive peleando por diferentes tipos de supervivencias. Primero contra su demolición, después contra el desempleo y la pobreza. Recién 70 años después de que comenzaran a levantarse sus cimientos, los vecinos pudieron cambiarle el nombre tras la votación en un referéndum. Se eligió Can Peguera en homenaje a la masía pionera en el lugar, la primera construcción que se levantó en esta zona en el siglo XII y que se dedicaba a la extracción de resina de pino para la fabricación de pegamento