Gabinete del coleccionista: Sobre «Un final para Benjamin Walter», de Álex Chico 29 de enero de 2019 – Publicado en: Reseña
Por Eduardo Ruiz Sosa, en Pliego Suelto
Un final para Benjamin Walter (Candaya, 2017), de Álex Chico, es el punto de partida, y el destino, para hablar, aquí, del coleccionismo, la ausencia, los espacios llenos y vacíos de presencias que se perciben, pero ya no están, las ciudades y el abandono.
Decía Marek Biecznyk, en su libro Melancolía (2014), que el coleccionismo es una actividad habitual entre los saturados por “la bilis negra”. La colección es la variedad de objetos que dibuja el contorno de aquello que se ha perdido. Abocada a lo ausente, o al sentir de lo ausente, coleccionar es la actividad primordial del melancólico: trazar con los restos la huella de lo desaparecido.
Bieczniyk escribe a partir de la lectura del Libro de los pasajes, de Walter Benjamin, donde una amplia sección está dedicada al coleccionismo. El autor de las Tesis sobre la filosofía de la historia era un coleccionista ávido, un melancólico total. Si bien es verdad que los objetos de la colección de Benjamin se perdieron o se dispersaron entre diferentes destinos durante sus numerosos cambios de residencia y el éxodo que lo llevó a la muerte, un modo de registro de esa colección se encuentra, precisamente, en el Libro de los pasajes: un libro es en sí mismo una colección.
Con todo, las colecciones requieren, por lo general, de un espacio, un gabinete, si aludimos al término usado hacia el siglo XVII para aquellos lugares en los que los boticarios europeos y americanos comenzaron a conservar objetos varios venidos de diversas partes del globo. Había una sensación poderosa que llevó a esos hombres a perseverar en la acumulación y clasificación de objetos: la circunnavegación había cerrado por completo el mundo, le dio límites precisos a la fisicalidad humana, a la capacidad de expansión, al colonialismo, incluso.