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Los cuentos de Flotar, pude orbitan en torno a la familia, explorando los afectos que nos sostienen mientras aprendemos a habitar el mundo, pero también las experiencias de pérdida y violencia que marcan a esa primera comunidad identitaria, las heridas y vacíos que convierten un cuerpo interrogante en un territorio de síntomas y apegos. Flotar, pude es también un recorrido por los deseos, por espacios desaparecidos en los que se ha detenido el tiempo y por los objetos que apuntalan una vida y hacen palpable la memoria: un piano dolorosamente arrebatado, el ojo de vidrio de la abuela tuerta o una muñequita con alas que alguien que acaba de morir conservó durante 30 años.
El agua, el mar –rastro de todos los peligros y miedos, pero también, paisaje hechizado, acercamiento a lo inasible y a lo infinito, invitación a la sensualidad o continente del misterio– vincula y hermana las diez historias del esperado libro de la escritora ecuatoriana Gabriela Ponce Padilla, que tanto sorprendió y estremeció a los lectores con su primera novela, Sanguínea, adaptada al teatro por Casa Amèrica Catalunya.
“Una irrupción impetuosamente estética en la vida, que es sobre todo un potente –y hermoso– gesto político de resistencia”, Andrés Cadena.
LA AUTORA: GABRIELA PONCE
Gabriela Ponce (Quito, 1977) es escritora, directora de teatro y profesora de artes escénicas en la Universidad San Francisco de Quito.
Ha publicado el libro de cuentos Antropofaguitas (2015, Premio del Ministerio de Cultura de Ecuador), el monólogo “Cama”, dentro de la antología teatral Penumbra (2016) y la obra de teatro Lugar (2017, Premio Gallegos Lara). Sus cuentos han aparecido en varias antologías nacionales e internacionales. Forma parte del consejo editorial de la revista digital Sycorax, dedicada a la reflexión y a la crítica cultural.
Es parte del colectivo Mitómana/Artes Escénicas y cofundadora de Casa Mitómana, invernadero cultural. Como escritora, directora y productora, ha llevado a escena las siguientes obras teatrales: Tazas Rosas de Té (2016, Premio Dramaturgia Inédita de la Fundación Teatro Nacional Sucre y Premio Francisco Tobar García del Municipio de Quito); Esas Putas Asesinas, adaptación para la escena del cuento de Roberto Bolaño (2015); Caída, Hemisferio Cero (2014). Su obra de teatro Entrada en Pérdida (2013) ganó el premio internacional Escritura de las Diferencias y fue escenificada en Cuba y publicada en Francia.
Fragmento de FLOTAR, PUDE
Fotografía de la autora 1, 2
LO QUE SE HA DICHO SOBRE LA OBRA DE LA AUTORA
“Gabriela Ponce (Quito, 1977), directora de teatro y profesora de artes escénicas en la Universidad de San Francisco de Quito, ha querido con esta ‘Sanguínea’ hacer que supuren todas las heridas en el combate que el cuerpo femenino entabla con la propia sexualidad y con el instinto maternal. Pero también apuesta por “balbucear lodo” a diestra y siniestra, concibiendo el cuerpo de la protagonista como el lugar primigenio de la significación del texto.” Ricardo Baixeras, El Periódico de Catalunya.
“La narradora y protagonista de “Sanguínea” (Candaya), novela de la ecuatoriana Gabriela Ponce (Quito, 1977), está desbocada, sangra, corre, se separa, muerde, se emborracha, patina, fornica, se queda embarazada… En fin, vive. Seguirla, entre cavernas y cuerpos, es un ejercicio de riesgo…” Xavi Ayén, La Vanguardia.
“(…) Sanguínea, una original y torrencial narración de una ruptura, que pone en solfa los mimbres de la educación sentimental de las mujeres y la relación con su propio cuerpo.” Ana Usieto, Heraldo de Aragón.
“En los últimos años, la novela ecuatoriana se ha hecho visible en el conjunto de Iberoamérica gracias a una nueva generación de escritoras. A Nefando y Mandíbula, de Mónica Ojeda, Nuestra piel muerta, de Natalia García Freire, y Siberia, de Daniela Alcívar Bellolio, se suma ahora Sanguínea, igual de exigente y memorable.” Jorge Carrión, Revista Otra Parte.
“Sanguínea, de la ecuatoriana Gabriela Ponce, es una joya escarlata por la radicalidad de sus personajes, capaces de apostar cada partícula del cuerpo y cada verdad atesorada a esa utopía revolucionaria que es la autenticidad del ser sin caer en la tentación del nihilismo.” Giovana Rivero, Yerba mala cartonera.
“Esa llamada “desbocada” escritura de Ponce –evidentemente– es el fluido que, al mismo tiempo, posibilita y conecta esas estructuras narrativas diversas. Esa escritura fluida, a pesar de que en buena medida la novela está organizada en fragmentos relativamente breves, permite que la lectura de Sanguínea sea una invitación a dejarse llevar por una corriente irresistible. Esta sería, digamos, la arquitectura o, más bien, el sistema hidráulico de la novela.” Fernando Montenegro, Revista Recodo.
“La novela, que puede ser abordada de muchas maneras, también es rica en imágenes, no teme meterse con la cultura popular, la poesía, con generar olores y sensaciones corporales. Esa multiplicidad y un espíritu profundamente provocador podrían caracterizar a Sanguínea, si no es vano poner una etiqueta. Quien llegue hasta el final –algo que no resulta difícil porque es una lectura vertiginosa y envolvente– sabrá que todo puede estar en entredicho y mucho más en las relaciones. Ese impulso también hace de esta novela parte de la narrativa contemporánea más arriesgada e interesante que ahora está en manos de muchas escritoras latinoamericanas.” Gabriela Toro, La periódica.
“Sanguínea es una obra que, siguiendo la idea de Sarduy, invita al lector a erotizarse. Invita a que sea el propio cuerpo el que baile con la obra, para vernos embebidos por secuencias sensuales que despiertan el fuego en el cuerpo, hasta llegar al éxtasis, y abren cada vez más la herida que Ponce ha abierto en nosotros.” Marcelo Cruz, La ninfa eco.
- Flotar, pude, segundo libro de cuentos de Gabriela Ponce Padilla, es un conjunto de relatos que se adentran en el universo familiar, en las pérdidas, en el peso de los objetos que encarnan la memoria de los otros, en la amistad y en el paso de las generaciones.
- El agua, y sobre todo el mar, es un símbolo que atraviesa todos los relatos: ya sea como amenaza, como ruido ensordecedor, como lugar de quietud o de hundimiento definitivo, el mar trae consigo recuerdos de la infancia, la libertad adolescente, la reflexión pausada en la vida adulta e incluso el deseo de olvidar.
- Los vínculos familiares son el eje de Flotar, pude. Se trata de un recorrido por diferentes momentos en que los lazos de familia se ven sacudidos intensamente por sucesos que transforman la convivencia, la identidad y los apegos.
- El duelo y la búsqueda de sentido después de la muerte de alguien cercano son procesos que aparecen a lo largo de estos diez cuentos: una mirada a la forma en que nos enfrentamos a la pérdida e intentamos, a través de la memoria, reconstruir el mundo que nos rodea.
- El tono conversacional, confesional, con el que están escritos los relatos de Flotar, pude, nos remite a la intimidad de una vida que parece contada en episodios: casi como una novela fragmentaria, los cuentos se entrelazan y se atraviesan, regresan unos sobre otros y nos dibujan, en conjunto, el perfil de la narradora, su familia y su entorno más próximo.
- «Tejido» es un cuento excepcional sobre un tema profundamente complicado: el aborto. A través de una conversación entre dos mujeres, con un lenguaje que va de lo más crudo y directo a lo más simbólico y poético, se cruzan los relatos de ambas, que se acompañan en la distancia y tratan de comprender las experiencias por las que han pasado.
- Los espacios y los objetos adquieren un peso primordial en estos relatos: ayudan a ordenar el mundo más íntimo de la narradora y de los personajes. Muchos de los cuentos giran en torno a las casas, algunas perdidas o destruidas, otras lejanas en el pasado; otras se han vaciado de objetos y otras los acumulan; casas de puertas abiertas y puertas cerradas donde las historias fluyen y convergen.
- Como en Sanguínea, en estos cuentos el cuerpo tiene un peso fundamental: el cuerpo de la madre (las manchas en la piel, un dedo muerto), el de la abuela (cercano a la muerte, con un ojo de vidrio), el del hermano (muerto, herido), y otros tantos más: de amigos, de amantes, e incluso, el propio cuerpo de la narradora, se vuelven espacios desde donde contar y construir los relatos.
- De igual manera, el erotismo, la sensualidad, el sexo, como contrapartes del duelo y de la muerte, se hacen presentes a lo largo de toda la vida de la narradora de estos relatos, desde la infancia hasta la edad adulta, los elementos sensuales son una fuerza que moldea la experiencia y la traducen en un discurso envolvente, simbólico y lleno de imágenes.
- Desde hace algunos años ya la literatura ecuatoriana se encuentra en una época de notable auge: autoras como Mónica Ojeda, Daniela Alcívar Bellolio, Solange Rodríguez Pappe, Natalia García Freire o Yuliana Ortiz Ruano, son una sólida presencia en el panorama latinoamericano, y Gabriela Ponce forma parte de esta interesante nómina de autoras que indagan en temas tan diversos como el cuerpo, el duelo, el miedo, la muerte y la familia.
FLOTAR, PUDE, EN LA PRENSA